Todavía, a pesar de la negativa del Presidente de la Republica, se escuchan voces que demandan que se debería instituir el estado de sitio como fundamento legal de las lesiones o restricciones que la cuarentena necesariamente impone a nuestros derechos y libertades personales. Muchas de ellas, con la intención de argumentar en contra de la legalidad o constitucionalidad de tales medidas y de sus abrumadoras consecuencias. Creo – y voy a tratar de explicarlo aquí- que ese no es el camino correcto.
Declarar el estado de sitio tendría dos defectos insanables, uno en su origen y otro en sus consecuencias.