por Verónica Flor
La escasa participación de abogados provenientes del ejercicio de la profesión en los
concursos judiciales es un fenómeno que merece atención. Según las estadísticas, de cada
100 inscriptos, 82 son funcionarios judiciales. Solo 8 de cada 100 ternados son abogados
independientes.
Esta situación plantea interrogantes sobre las razones detrás de la baja participación y los
obstáculos que enfrentan los profesionales del derecho en el proceso.
Uno de los problemas más evidentes es la falta de información sobre la apertura de
concursos y el proceso en sí. Muchos abogados desconocen cuándo y cómo pueden
participar, lo que genera un clima de incertidumbre y miedo. Además, hay un prejuicio de
que los concursos están diseñados principalmente para quienes ya se encuentran en el
ámbito judicial, lo que desanima a muchos a intentarlo.
Otro aspecto a tener en cuenta es la falta de información adecuada para armar un legajo de
antecedentes efectivo de los abogados.
Por otra parte, a diferencia de los funcionarios, los abogados enfrentan dificultades para
cursar especializaciones y posgrados debido a sus obligaciones profesionales que
conllevan más horas de trabajo y en horarios menos estructurados, así como también
debido a la falta de ingresos fijos y previsibles.
El desconocimiento sobre la redacción de sentencias y la estructura de las pruebas de
oposición disminuye las posibilidades de éxito de los abogados. La falta de información
sobre el proceso de entrevistas también contribuye a crear un ambiente de desconfianza y
temor.
Frente a estos desafíos, surge una oportunidad clave para la abogacía organizada y sus
representantes en el Consejo de la Magistratura. Es fundamental crear condiciones que
permitan a los abogados prepararse adecuadamente para los concursos. Esto implica
desde ofrecer talleres de redacción de sentencias y formación especializada, hasta
fomentar convenios con universidades y abrir las escuelas judiciales a todos los
profesionales del derecho, no solo a los empleados judiciales.
La implementación de programas de acompañamiento durante el proceso de selección
podría ser un paso decisivo para aumentar la cantidad de abogados que logran acceder a la
magistratura. Esto no solo beneficiaría a los colegas litigantes, que verían resueltos sus
casos por personas que comprenden sus realidades, sino que también mejoraría la justicia
en general, al contar con magistrados que han vivido la experiencia de ejercer la profesión.
La mejora en la participación de abogados en concursos judiciales es un desafío que
requiere la colaboración de múltiples actores. Al proporcionar formación, se puede
incrementar la representación de quienes provienen del ejercicio libre de la profesión, lo
que, a su vez, redundará en una justicia más empática y cercana a los justiciables. La
abogacía tiene la oportunidad de fortalecer su rol en el sistema judicial, y es imperativo que
se aproveche esta situación en beneficio de todos.