El derecho independiente de acceso efectivo al agua potable tiene un papel importante para conseguir otros derechos, comenzando ante todo por el derecho primario a la vida misma y no solo humana sino también vida celular y microbiana, de las tierras para sostener y expandir su eficacia productiva, vida vegetal de los cultivos, bosques y montes, vida animal del ganado; en resumen, vidas que hasta ahora se han sostenido unas a otras.
Asimismo, no olvidemos que el agua potable tiene una relación fundamental con la nutrición, con la salud, con la educación
Conforme visualizara sabia y solidariamente nuestro Sumo Pontífice Benedicto XVI, ya en 2009 imploró “que es necesario e impostergable madure una conciencia más solidaria que considere el acceso al agua como derecho universal de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones”
En esa perspectiva, recientemente La Asamblea General de Naciones Unidas, aprobó el día 28 de julio de 2010, en su sexagésimo cuarto período de sesiones, una resolución que reconoce al agua potable y al saneamiento básico como derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos.
En dicha oportunidad, la Asamblea de Naciones Unidas se mostró “profundamente preocupada porque aproximadamente 884 millones de personas carecen de acceso al agua potable y más de 2.600 millones de personas no tienen acceso al saneamiento básico, y alarmada porque cada año fallecen aproximadamente 1,5 millones de niños menores de 5 años y se pierden 443 millones de días lectivos a consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento”.
Resulta de la mayor importancia, interés y curiosidad revisar algunos de sus fundamentos:
I) “Los seres humanos somos esencialmente agua”. Alrededor de dos terceras partes de nuestro organismo están compuestas de agua. Un 75% de nuestro cerebro está constituido por agua, y el agua es el principal vehículo de las transmisiones electroquímicas de nuestro organismo.
Nuestra sangre circula como un enjambre de ríos en nuestro cuerpo. El agua en la sangre ayuda a transportar nutrientes y energía a nuestro organismo. El agua también aleja de nuestras células los productos de desecho para su excreción. El agua ayuda a regular la temperatura de nuestro cuerpo.
La pérdida de un 20% de agua del cuerpo puede causar la muerte. Es posible sobrevivir varias semanas sin alimento pero no es posible sobrevivir más de algunos días sin agua. “El agua, sin duda alguna, es vida”.
II) Reconocer y asegurar el derecho humano al agua y al saneamiento en más que apropiado en momentos en los cuales las enfermedades provocadas por falta de agua potable y saneamiento provocan más muertes que cualquiera de las guerras.
Cada año más de 3 millones y medio de personas mueren por enfermedades transmitidas por agua contaminada.
La diarrea es la segunda causa más importante de muertes de niños por debajo de los 5 años. La falta de acceso a agua potable mata más niños que el SIDA, la malaria y la viruela juntos.
A nivel mundial aproximadamente una de cada 8 personas no tiene agua potable.
En solo un día más de 200 millones de horas del tiempo de las mujeres se consumen para recolectar y transportar agua para sus hogares.
La situación de la falta de saneamiento es aún mucho peor porque afecta a 2600 millones de personas que equivalen a un 40% de la población mundial.
III) El saneamiento, más que muchos otras cuestiones de derechos humanos, evoca el concepto de la dignidad humana; se debe considerar la vulnerabilidad y la vergüenza que tantas personas experimentan cada día cuando, una vez más, se ven obligadas a defecar al aire libre, en un cubo o una bolsa de plástico. Es lo indigno de esta situación lo que causa vergüenza.”
La gran mayoría de enfermedades en el mundo son causadas por materia fecal. Se estima que el saneamiento podría reducir en más de un tercio las muertes niños por diarrea.
En todo momento la mitad de las camas de los hospitales de todo el mundo están ocupadas por pacientes que padecen enfermedades asociadas con la falta de acceso al agua potable y la falta de saneamiento.
Concomitantemente, dificultades como las relacionadas con la realización del derecho humano al agua potable y al saneamiento pueden posponer hasta truncar el logro de uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
La exhortación a los Estados y a las organizaciones internacionales para que proporcionen recursos financieros y propicien el aumento de la capacidad y la transferencia de tecnología (Vg., para desalinización, etc.) por medio de la asistencia y la cooperación internacionales (Vg. Programas de educación para usos y consumos racionales y responsables, etc.), en particular a los países en desarrollo, a fin de intensificar los esfuerzos por proporcionar a toda la población un acceso económico al agua potable y el saneamiento, esta vez no debe ni puede caer en saco roto.
En efecto, según el reporte del 2009 de la Organización Mundial de la Salud y de UNICEF que lleva por título “Diarrea: Porqué los niños siguen muriendo y que se puede hacer”: cada día, 24.000 niños mueren en los países en desarrollo por causas que se pueden prevenir como la diarrea producto de agua contaminada. Esto significa que muere un niño cada tres segundos.
Finalmente cuadra denunciar las malas gestiones hídricas, en lo cual sucesivos gobiernos son corresponsables pero simultáneamente, tampoco es ni será menor la responsabilidad de nuestra sociedad civil por su ausencia, indolencia e ignorancia para el consumo, derroche y desperdicios provocados por personas, economías, producciones e industrias derrochonas.