La figura del agente encubierto tiene su origen en las monarquías absolutas europeas. Aceptada –mayoritariamente– por la doctrina y la jurisprudencia fue adquiriendo, con el paso del tiempo, reconocimiento legislativo. Luego, con el incremento del crimen organizado se estimó necesaria como técnica investigativa criminal. En nuestro país, la figura del agente encubierto se incorpora a través de la ley 24.424, la que fuera sancionada el 7/11/1994, promulgada el 2/1/1995 y publicada el 9/1/1995.