Por Juan Sebastián De Stefano
Hace algunos años sostuvimos desde estas mismas páginas que era necesario salir de la histórica clasificación institucional que divide a los jóvenes, por un lado, en “niños” y por el otro en “menores”. La primera categoría refiere a la condición de hijo legitimo de familias y la segunda categoría está vinculada a las situaciones de carencias familia, hogar, recursos o desamparo moral y por lo tanto pupilo del estado.